La domesticación es tan poderosa que, en un determinado momento de
nuestra vida, ya no necesitamos que nadie nos domestique. No necesitamos que
mamá o papá, la escuela o la iglesia nos domestiquen. Estamos tan bien
entrenados que somos nuestro propio domador. Somos un animal auto
domesticado. Ahora nos domesticamos a nosotros mismos según el sistema de
creencias que nos transmitieron y utilizando el mismo sistema de castigo y
recompensa. Nos castigamos a nosotros mismos cuando no seguirnos las reglas de
nuestro sistema de creencias; nos premiamos cuando somos «un niño bueno» o
«una niña buena».
Nuestro sistema de creencias es como el Libro de la Ley que gobierna nuestra
mente. No es cuestionable; cualquier cosa que esté en ese Libro de la Ley es
nuestra verdad. Basamos todos nuestros juicios en él, aun cuando vayan en contra
de nuestra propia naturaleza interior. Durante el proceso de domesticación, se
programaron en nuestra mente incluso leyes morales como los Diez
Mandamientos. Uno a uno, todos esos acuerdos forman el Libro de la Ley y dirigen
nuestro sueño.
Hay algo en nuestra mente que lo juzga todo y a todos, incluso el clima, el
perro, el gato... Todo. El Juez interior utiliza lo que está en nuestro Libro de la Ley
para juzgar todo lo que hacemos y dejamos de hacer, todo lo que pensamos y no
pensamos, todo lo que sentimos y no sentimos. Cada vez que hacemos algo que va
contra el Libro de la Ley, el juez dice que somos culpables, que necesitamos un
castigo, que debemos sentirnos avergonzados. Esto ocurre muchas veces al día, día
tras día, durante todos los años de nuestra vida
link: http://www.nuevagaia.com/ebooks/Los_4_Acuerdos_Miguel_Ruiz.pdf